Vistas de página en total

domingo, 15 de abril de 2012

Capítulo 10

(Narra Louis)
Caminamos durante una hora y media sin mediar palabra. Que hubiera aparecido Caroline no le había sentado bien, y menos aún que saliera del restaurante para hablar con Eleanor. Aquella situación me estaba matando. No podía dejar que aquella expresión siguiera en su rostro o nos contagiaría a los dos. Y bueno, yo era Louis, el bromista, el divertido, ¿Entonces por qué no podía ser yo mismo?

- Y bueno, que tal esta Eleanor - Izó un incapié en este último nombre.
- Pues bueno, bien. Me pidió que le comprará un regalito, pero no es que se me den muy bien esas cosas. - Su expresión cambió. Había terminado por cagarla del todo.
- Que suerte que tiene - Levantó la vista un momento. Los ojos le brillaban. Aquellos preciosos ojos verdes. - Si quieres yo te ayudo a comprarle algo.
No me dio tiempo a decir nada. Tenía ganas de abrazarla o de... ¿besarla? Me excitaba tanto o más como Eleanor en el momento en que la conocí. Y ¿Qué había querido decir con "que suerte que tiene"?

Llegamos a un centro comercial y entramos en unas de las primeras tiendas que vimos. La marca era francesa.
- ¿Que te parece este vesito? Me señaló un vestido verde, largo y elegante. Muy sofisticado. Contrastaba a la perfección con sus ojos, y su sonrisa le acompañaba dulcemente. Estaría precioso con él.
-Creo que te quedaría muy bien. ¿Por qué no te lo pruebas? - Me miró sorprendida.
- No, si te lo enseñaba para Eleanor.
-Lo sé, pero creo que a ti te sentiría mejor.- Tras estas palabras se ruborizó. Bajo el rostro y miró la etiqueta.
-Pero yo no puedo pagar esto, es muy caro. - Iba a dejarlo, cuando le agarre la mano. Un escalofrio me recorrió el cuerpo de arriba a abajo. Me miró sorprendida.
- Pruébatelo, seguro que te queda muy bien. Sólo probar, por favor. - Puse ojitos de corderito degollado y el intento de unos pucheros mal hechos.
-Esta bien, pero solo probar. - Una sonrisa dulce y sincera apareció de nuevo en su rostro.

Estaba sentado en un sofá delante de los probadores cuando se abrieron y de estos salió una chica castaña clara, alta, con un preciosos vestido verde que se ajustaba perfectamente a sus curvas. Me quede sin respiración unos instantes. Guapa era poco.

-Bueno... ¿qué te parece? - Se puso delante de mi, esperando una respuesta exacta, que en aquellos momentos no lograba que saliera de mi boca.
-Pues, bueno, quiero decir, estas, eres...
-¿Quieres un vaso de agua? - Sonriendo me acercó un vaso de plastico que lleno cuidadosamente de una máquina.
-Sí, gracias. - Humedecí los labios nada más.
-¿Y bien?
-Pues estas... impresionante.
Sonrió. Aquellas eran la palabras que quería oír. Se notaba en su rostro, en su expresión, en sus manos y sus piernas como le temblaban cuando escuchó aquellas palabras.
-Sí, la verdad es que es muy bonito, pero como ya te he dicho, no puedo pagarmelo. - Entró con aire triste en el probador y cerró la cortina. Ella no podía pagarselo, pero yo sí.

Al salir, estuvimos buscando en un par de tiendas más, de marcas quizá no tan caras como la anterior, pero que con precios elevados también.
-Chloe, voy a ir un momento al baño. Si quieres espérame en esa cafetería. Pronto tendrémos que ir al hotel. - Chloe sigúió las instrucciones y se sentó en una mesa en una esquina.

No pensaba ir al baño. Me apresuré a la tienda francesa y busqué el vestido verde. Cuando lo cojí, los recuerdos me inundaron la mente. Estaba encantadora con él, aun que más bien, sexy. Mientras pagaba, la dependienta me miraba y sonreía.
- ¿Es para su novia, no? Era muy guapa, y le sentaba de maravilla este traje. - Me quedé pensando en aquellas palabras. Mi novia... me ruboricé unos instantes. No me importaría que fuera mi novia. Era preciosa, encantadora, incluso más que Eleanor, y aquello me dolía pensarlo.

Unas horas antes...
(Narra Lauren)
No podía creerme que estuviera bailando con Harry Styles. Aquel chico era una caja de sorpresas. Tan pronto te llevaba a un puente romántico a la luz de la luna, como te ponía a bailar en medio de la calle. Eso era lo que siempre me había gustado de él. Era demasiado impredecible. Nunca existía la rutina a su lado. Bueno ni a su lado, ni al de ninguno de los chicos.

-¿No estás cansado? Me duelen mucho los pies. Creo que en mi vida había bailado tanto.
- Bueno, estoy acostumbrado a moverme en los escenarios. Pero si quieres paramos a descansar.- Encima atento.
-Bueno, podíamos dar un paseo por el centro hasta la Torre Eifel, si te apetece. - Hoy estaba mucho más relajada que el día anterior. Cuando estaba con él me sentía agusto. Me sentía protegida.
- Me parece estupendo.

Andamos y andamos hasta que nos topamos de frente con la Torre Eiffel. La conversación había sido muy entretenida. Habíamos hablado de un montón de cosas, tanto de chicas, como de chicos, como de ropa, como de viajes... Me encantaba aquel chico.
- Ven, corre. - Me agarro de la muñeca y acto seguido se coló por una rendija.
- ¿Qué haces? No pretenderás subir a la Torre Eiffel, por que te recuerdo que está cerrada.
- ¡Ah! ¿De verdad? Yo que creí que - Me cogió el bolso y comenzó a subir escaleras arriba.
- ¡Eh, Harry, devuelvemelo! ¡Qué llevo los pasaportes ahí dentro!
- ¿Lo quieres? Pues ven a buscarlo. - Echo a correr escaleras arriba. Impredecible, lo que yo decía.
- ¡Harry vamos, devuelvemelo, ¿no crees que ya hemos hecho bastante ejercicio por hoy?!

Llegamos al último piso. Creí que el corazón se me salía del pecho. No podía más estaba mareada, y casi no alcanzaba a respirar. Sinembargo él seguía con vitalidad.
- Vaya, te veo en baja forma.
-Ya.. y ... yo... a ... ti... en .... mu... muy.... buena... for... ma... - Me faltaba el aire y tube que sentarme en un banco.
Cuando recuperé el aliento y estaba apunto de abalanzarme encima de él, escuchamos unos pasos. Me tapó la boca, y corrimos otro poco más hasta llegar a un elevador. Estaba resguardado, puesto que no era el principal.

-¿Tienes frío? - Cogió su chaqueta y me la colocó en los hombros.
-Gracias. - Desde allí las vistas eran alucinantes. - Que bonito.
- Ya lo creo. - Harry seguía observandome, lo había visto por el rabillo del ojo.
- Vamos, si ni siquiera las has visto.
- Sí, te tengo delante. - Tras esto enmudecí. Comenzó a hacer calor, y la chaqueta me sobraba. Empezó a juntarse lentamente, sin dejar de mirarme a los ojos. Aquella atracción la notaba yo también. Y cuando estabamos apunto del beso de película, algo me recordó a Jack. Aquella noche. El viento golpeándome en la cara.
- Creo que será mejor que nos vayamos, los chicos deben de estar esperándonos. - Aparté la cara hacia un lado. No estaba dispuesta a que nadie más volvier a hacerme daño. Nunca.